CANCION SEVILLANA de F. García Lorca

Hace mucho que «no subimos» poemas al blog. Canción sevillana es un poema de Federico García Lorca,  que   trabajamos los alumnos y alumnas de la Torre hace unos años, el año que nació Vega. Vanesa y Gabriel  estabámos  en 2º de Infantil y también participamos con algún dibujo o coloreando. El poema lo tenemos en nuestra aula. Además de aprenderlo y disfrutar de su contenido, lo ilustramos. Ahora os lo ofrecemos para que también podáis disfrutar con él.

Si os gusta y queréis ponernos algún comentario, ya sabéis que nos encanta que la gente nos escriba.

No sé si porque nos confundimos o porque nos sonaba mejor, aparece naranjal en vez de naranjel, que es la palabra que utiliza Lorca.

Primero ponemos el texto y luego el texto con las ilustraciones. ¡Que lo disfrutéis!

Amanecía
en el naranjel.
Abejitas de oro
buscaban la miel.

¿Dónde estará
la miel?

Está en la flor azul,
Isabel.
En la flor,
del romero aquel.

(Sillita de oro
para el moro.
Silla de oropel
para s u mujer.)

Amanecía
en el naranjel.


RECUERDOS…Anabel y Paula vienen a visitarnos.

Hace un mes aproximadamente mi hermana y yo nos pasamos por la escuela  y al entrar en el aula, se nos vinieron a la mente los momentos allí vividos hace ya más de 12 años.

Siguen las mismas pizarras, los mismos muebles… las dos aulas que teníamos en los últimos años, aunque con algunos cambios. Al observar el aula, vi que todavía está el reloj rojo de pared que teníamos nosotros, un termómetro igual que uno que teníamos, y que un día trasteando entre Marta y yo, rompimos… (sin maldad).

Vicen nos enseñó algunos de los trabajos que todavía conserva de nuestro paso por allí y que yo personalmente no recordaba, pero que al verlo me hizo mucha ilusión entre otras cosas porque era del último año que yo pasé en la escuela y que con solo ver la letra de los
textos se sabía quién lo había escrito.

Todo esto nos hizo mucha ilusión pero también nos dio mucha pena cuando Vicen nos
dijo que a nuestro “cole” y al que también fue de algunos de nuestros padres, sólo le quedaban dos años más abierto, porque no hay niños suficientes. A pesar de todo, espero que los niños que aún quedan en él, aprovechen cada momento que pasen allí al máximo, porque es un momento que se queda guardado en la memoria para siempre y que nunca se olvida.

Anabel

EL RATÓN DE CAMPO Y SU AMIGA VANESA

Hace unos días, en clase leímos: «El ratón de campo y el ratón de ciudad». Por si no lo conocéis, lo tenéis a continuación.

Érase una vez un ratón que vivía en una humilde madriguera en el campo. Allí, no le hacía falta nada. Tenía  una cama de hojas, un cómodo sillón, y flores por todos los lados.

Cuando  sentía ,  hambre el ratón buscaba frutass ilvestres, frutos secos y  setas, para comer. Además, el ratón tenía una salud de hierro. Por las mañanas, paseaba y corría entre los árboles, y por las tardes, se tumbaba a la sombra de algún árbol, para descansar, o simplemente respirar aire puro. Llevaba una vida muy tranquila y feliz.

Un día, su primo ratón que vivía en la ciudad, vino a visitarle. El ratón de campo le invitó a comer sopa de hierbas. Pero al ratón de la ciudad, acostumbrado a comer  comidas más refinadas, no le gustó.

Y además, no se habituó a la vida de campo. Decía que la vida en el campo era demasiado aburrida y que la vida en la ciudad era más emocionante.

Acabó invitando a su primo a viajar con él a la ciudad para comprobar que allí se vive mejor. El ratón de campo no tenía muchas ganas de ir, pero acabó cediendo ante la insistencia del otro ratón.

Nada más llegar a la ciudad, el ratón de campo pudo sentir que su tranquilidad se acababa. El ajetreo de la gran ciudad le asustaba. Había peligros por todas partes.

Había ruidos de coches, humos, mucho polvo, y un ir y venir intenso de las personas. La madriguera de su primo era muy distinta de la suya, y estaba en el sótano de un gran hotel.

Era muy elegante: había camas con colchones de lana, sillones, finas alfombras, y las paredes eran revestidas. Los armarios rebosaban de quesos, y otras cosas ricas.

En el techo colgaba un oloroso jamón. Cuando los dos ratones se disponían a darse un buen banquete, vieron a un gato que se asomaba husmeando a la puerta de la madriguera.

Los ratones huyeron disparados por un agujerillo. Mientras huía, el ratón de campo pensaba en el campo cuando, de repente, oyó gritos de una mujer que, con una escoba en la mano, intentaba  darle en la cabeza con el palo, para matarle.

El ratón, más que asustado y hambriento, volvió a la madriguera, dijo adiós a su primo y decidió volver al campo lo antes que pudo. Los dos se abrazaron y el ratón de campo emprendió el camino de vuelta.

Desde lejos el aroma de queso recién hecho, hizo que se le saltaran las lágrimas, pero eran lágrimas de alegría porque poco faltaba para llegar a su casita. De vuelta a su casa el ratón de campo pensó que jamás cambiaría su paz por un montón de cosas materiales.

Vanesa imagina que el ratón de campo la visita,  y escribe…

El ratón de campo fue a visitar a su amiga Vanesa en un lugar llamado La Torre. Ella al ver a su amigo el ratón se alegró mucho y se fueron a dar una vuelta mientras veían las flores tan bonitas que había en el jardín y hablaban de que hacía mucho tiempo  que no se veían, de que qué tal les iba la vida…

Después de un rato se pusieron a jugar y el tiempo pasaba y pasaba, pero ellos no se daban cuenta. Luego se acostaron y al día siguiente se despidieron por que el ratón se tenía que ir. Ella le decía que  se quedara, pero él le contestaba que no, que tenía que ir al campo a ver las flores y a plantar más. Ella le contestó que si quería podía coger unas de su jardín. pero él no quiso y se fue.

Se despidieron muy tristes pero dijeron que se volverían a visitar otro día.

Vanesa Hernández