UN DIA DE LLUVIA

           Hoy no ha dejado de llover y hemos escrito sobre la lluvia.  

 

UN DÍA LLUVIOSO

Me despierto, con el ruido de las gotas cuando tintinean en los cristales de mi habitación.

Me levanto, miro por la ventana y veo unos inmensos charcos azules.

Me visto, me aseo y desayuno mientras llueve.

Al salir de casa, llueve aún más fuerte.

Mi cara se entristece y piensa: por qué llueve.

Entro en el colegio, aún llueve.

Salgo del colegio, aún llueve.

Me dirijo a casa, mi cara se alegra y piensa: si llueve, más tarde saldrán flores.

Mientras como, la lluvia se relaja.

Por la tarde ya no llueve, chispea.

Gabriel Guerra López

LA LLUVIA.

Una lluvia caía sobre el camino al que nadie quería. Ese camino llevaba las huellas de los malos tiempos. La gente del pueblo se quedaba asombrada al verlo. A esa lluvia todos la querían por lo que había hecho. Ella solo podía pensar en que deseaban empezar una nueva vida. A esta lluvia le encantaba ayudar a los demás. Solo quería portarse bien con los demás.

                                                                                      Vanesa Hernández López.

 

LA ESCUELA MAS PEQUEÑA

Este cuento lo conocí a través de una compañera que también ha trabajado muchos años en aulas del estilo de la de la Torre, con niños de distintas edades y niveles educativos. Me pareció precioso, pero no me decidía a publicarlo por desconocer quién es su autor. Buscando en Internet, he encontrado otra versión, un poco más reducida, que atribuyen a Enric Larreula.

Transcribo primero  la que yo conocí a través de mi amiga y me hago una pregunta¿Sería ella la que adaptó y amplió el texto original? El 2º texto es el de Larreula.

En cualquier caso, pienso que merece la pena dar  a conocer el cuento y a través de él rendir homenaje y reconocimiento a tantos maestros y maestra rurales que trabajan en «escuelas pequeñas» que por sus característica y lo que en ellas se vive, son «muy grandes»

Erase una vez un pueblo, que tenía una escuela tan pequeña, tan pequeña, que sólo cabían en ella la maestra y un niño –si era de los pequeños-

Y claro está, como  sólo podían ir de uno en uno, cada niñoestaba media hora en clase .

Mientras tanto, los demás jugaban en el campo  aprendiendo los nombres de las mariposas y las distancias de las estrellas.Y caminaban por el pueblo parándose a charlar con los vecinos, aprendiendo historias de vida, saludos y palabras nuevas.

También se subían a los árboles  y daban volteretas en los prados.

Un día el señor Alcalde decidió que había que construir una escuela grande para que pudieran ir todos los niños al mismo tiempo –como ocurría en los demás pueblos- .

Pero los niños, que estaban encariñados con aquella escuela tan chiquita y que disfrutaban y aprendían en el pueblo, en el bosque, con los vecinos… le pidieron al Alcalde que no construyera ninguna escuela nueva, que ellos preferían la pequeña, y que estudiarían más, dentro de la escuela y fuera de la escuela.

Y el Alcalde  que también sentía cariño por la escuela  del pueblo dijo:  ¡De acuerdo! Y echó un bando para todos los vecinos:

TODOS SOIS MAESTROS DE ALGO,   TODOS TENÉIS QUE SER EDUCADORES   DE BUEN TRATO, DE RELACIONES DE AMISTAD, DE VALORACIÓN DE LA VIDA Y   DEL ENTORNO.  LA ESCUELA ES CUALQUIER LUGAR QUE ENSEÑA A SER PERSONA.

Y aquel pueblo, tuvo desde entonces, la escuela más pequeña y la escuela más grande del mundo.

 

LA ESCUELA PEQUEÑA

(Enric Larreula)

 Había una vez un pueblo que tenía una escuela tan pequeña, tan pequeña, que solo cabían la maestra y un niño no muy grande.

Y, claro, como solo podía ir uno cada vez, iba media hora cada uno, y los otros, mientras tanto, jugaban a correr, a perseguirse por los campos y a subirse a los árboles.

Pero llegó un día en que el señor alcalde quiso hacer una escuela grande para que pudiesen ir todos los niños a la vez, como pasa en los otros pueblos.

Pero todos los niños, que estaban enamorados de su escuela tan pequeñita y de los largos ratos que pasaban jugando en el bosque, le pidieron que no construyese ninguna escuela nueva, que ellos querían a la pequeña, y que ya estudiarían más rápido para compensar los ratos que pasaban jugando.

Y el alcalde, que también quería a la escuela del pueblo, dijo que de acuerdo, pero hizo colocar muchas mesas repartidas por el bosque para que los niños pudiesen hacer los trabajos que les encargaba la maestra.

Y aquel pueblo tuvo, desde aquel día, la escuela más pequeña y la escuela más grande del mundo.

FIN

MOCHILAS VIAJERAS: Animamos a leer a los mayores.

En una Asamblea de aula, a la vuelta de Navidad,  nos planteamos  qué podíamos hacer para que la Biblioteca tuviera más vida. Pensamos que podíamos recordar a la gente de la Torre que la biblioteca de la escuela está «abierta al pueblo»
Gabriel lo cuenta así: «En Enero de este año empezamos con un proyecto que consiste en animar a la gente del pueblo a leer. Primero hicimos un cartelito para meterlo en los buzones. Después, en una asamblea, elegimos el más bonito. Al día siguiente los imprimimos y los metimos por los buzones del pueblo o por debajo de la puerta»

¿Cómo surgió la idea de las mochilas?
Yo había oído hablar de «Las mochilas viajeras» incluso conocía lo que alguna compañera llevaba a cabo con sus alumnos. Distintas mochilas con libros variados iban a las casas de los niños y niñas de la escuela y  cada cierto tiempo rotaban.
Ahora viene menos  gente a la Biblioteca que hace unos años, porque el número de alumnos es menor y por el envejecimiento de la población. Entonces pensé que quizá en el pueblo hubiera  personas mayores a las que les gustara  leer y que no pudieran venir al aula. Fui preguntando a algunas de estas personas si les gustaba leer. Algunas me dijeron que leen revistas («del corazón») para entretenerse. Les pregunté si querían que les lleváramos libros a casa y empezamos con las que dijeron que sí.
Antes preparamos las mochilas con los libros, los separadores y una pequeña presentación, un texto puesto «en boca de los libros», como si fueran ellos los que hablaban.
«En otra asamblea, continúa Gabriel, dijimos que íbamos a hacer otra parte del proyecto, llamado mochilas viajeras. Unos días más tarde Vicen trajo cuatro mochilas para meter cinco libros en cada una. Las mochilas iban a rotar por cuatro casas del pueblo. A veces las personas mayores no pueden leer los libros porque tienen la letra muy pequeña. Cuando vamos a cambiar las mochilas, después de dos semanas, preguntamos a la gente a la que hemos llevado las mochilas si les han gustado los libros  y a veces nos dan galletas o golosinas».
Ahora vamos » a escuchar» a Vanesa : «El día 20 de enero de 2012 empezaron a viajar las mochilas. En cuatro mochilas metimos cinco libros y se la llevamos a la gente mayor del pueblo a la que les gusta leer. Dentro de las mochilas  metimos  un separador y un papel en el que ponía: “Hola. Somos los libros viajeros. Venimos de la biblioteca de La Torre. Estaremos con vosotros dos semanas. Queremos que nos respetéis como si fuéramos vuestros. No dobléis las hojas. Usad separadores. Adiós. Pronto llegarán otros compañeros nuestros»
Cada quince días vamos a las casas haciendo una ruta y las mochilas van rotando. Las personas son: Julián, Concha, Angelines y Pedro.

A veces nos dicen que les tenemos que coger libros con una letra un poquito más grande que la que tienen los libros que les hemos llevado, porque no la ven. Pesamos que esta actividad les gusta.
Las personas que no son tan mayores vienen a la biblioteca a por libros y luego después de dos semanas, como máximo,  los traen.
A mí me parece que es una buena experiencia para que las personas mayores puedan disfrutar de los libros tan buenos que tenemos en la biblioteca».
Tendremos que seguir pensando en posibles actividades con estas personas: que nos cuenten algo de lo leído, que vengan en el buen tiempo algún día a la escuerla a ver la Biblioteca o a alguna actividad organizada por nosotros para ellos.
Mañana nos toca hacer intercambio de mochilas.