LA BIBLIOTECARIA DE BASORA

Alia Muhammad Baker es la bibliotecaria de Basora. Fue la bibliotecaria durante catorce años. Cuando empezó la guerra de Irak llevó todos los libros a su casa y a la de sus amigos para salvarlos.

Dibujo

 

 Esta historia está basada en hechos reales (recogida en  2003 por el New York Times) Basándose en esta historia Jeanette Winter escribió este libro

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Alia

 

 

 

 

 

La autora nació en Chicago después de que sus padres emigraran de Finlandia a Estados unidos.

Actualmente vive en Nueva York con su esposo, el pintor Roger Winter. Sus dos hijos, Jonás y Max, ambos poetas.
El libro, que trata de una historia basada en hechos reales, me ha  parecido entretenido y triste.     

Miguel Moreno Narrillos

PLATERO NO VA A LA ESCUELA

En el Capítulo 6 de Platero y yo, Juan Ramón cuenta que Platero no va a «la miga» (la escuela) El imagina qué pasaría si el burro pequeño fuera con Doña Domitila. Pero en lugar de contarlo yo, es mejor que lo leáis directamente y descubráis la belleza y ternura de Juan Ramón en este capítulo.

Miguel y Macarena han expresado con sus dibujos cómo se imaginan la escuela por fuera.

platero no va a la escuela

 

Platero escuela

Si tú vinieras, Platero, con los demás niños, a la miga, aprenderías el a, b, c, y escribirías palotes. Sabrías tanto como el burro de las Figuras de cera -el amigo de la Sirenita del Mar, que aparece coronado de flores de trapo, por el cristal que muestra a ella, rosa toda, carne y oro, en su verde elemento-; más que el médico y el cura de Palos, Platero.

Pero, aunque no tienes más que cuatro años, ¡eres tan grandote y tan poco fino! ¿En qué sillita te ibas a sentar tú, en qué mesa ibas tú a escribir, qué cartilla ni qué pluma te bastarían, en qué lugar del corro ibas a cantar, di, el Credo?

No. Doña Domitila -de hábito de Padre Jesús de Nazareno, morado todo con el cordón amarillo, igual que Reyes, el besuguero-, te tendría, a lo mejor, dos horas de rodillas en un rincón del patio de los plátanos, o te daría con su larga caña seca en las manos, o se comería la carne de membrillo de tu merienda, o te pondría un papel ardiendo bajo el rabo y tan coloradas y tan calientes las orejas como se le ponen al hijo del aperador cuando va a llover…

No, Platero, no. Vente tú conmigo. Yo te enseñaré las flores y las estrellas. Y no se reirán de ti como de un niño torpón, ni te pondrán, cual si fueras lo que ellos llaman un burro, el gorro de los ojos grandes ribeteados de añil y almagra, como los de las  barcas del río, con dos orejas dobles que las tuyas.

 Capítulo 6: La miga. Juan Ramón Jiménez