Cuentos de cuando yo era…

El año pasado, Alba, una antigua alumna, nos trajo un libro a la escuela: «Cuentos de cuando yo era» de José Zafra. Yo se lo agradecí, pero lo dejé en la biblioteca porque vi que era para 12 años en adelante. Hace unos días lo descubrí de nuevo. Empecé a leerlo y seleccioné uno de los cuentos para leérselo a mis alumnos. Pensé que podían entender algo y que nos serviría de referencia para inventar otros. Y así lo hicimos.

CUENTO DE CUANDO YO ERA UN LIBRO

Yo era un libro viejo titulado El Rotín. A mí me escribió con tinta un joven de 31 años llamado Milán. Estuve la mayor parte de m i vida en la estantería de una biblioteca con mis amigos. ¡Y cuánto nos reíamos! Llegó un día que fue diferente a los demás. Ese día llegaron muchos niños a buscar cuentos pero a mí no me cogía nadie porque decían que yo era un cuento muy aburrido y viejo. Un niño alto con ojos azules se acercó a mí y me miró, me tocó y decidió llevarme con él a su casa. Yo me sentía feliz. Al final del día 28 de enero, de 1.945, por la noche, el niño empezó a leerme. Mientras me leía yo estaba muy contento porque le gustara. Esa misma noche se leyó casi medio libro. Al día siguiente cuando el niño fue a clase, estuvo hablando a sus compañeros sobre mí, todo el recreo. Y les decía que tenían que leerme porque yo era un libro increíble. Cuando se levantó y salió del colegio me llevó a la biblioteca. Desde que me leyó aquel chico todos los niños me eligen y me tratan con cariño. Y hablan sobre mí la mayoría del tiempo y eso a mí me encanta.

Diego Jiménez de la Parra 6º de Primaria

CUENTO DE CUANDO YO ERA UN PINO

Siempre por las mañanas lo mismo de siempre. Los otros pinos la misma hierba de siempre. Sentía las hojas cariñosas y suaves .

En verano oía los pájaros y los niños jugando a la sombra de otros pinos .Se acercaban para tomarse el bocadillo y yo los sentía al  tumbarse en mis raíces, y me  gustaba mucho y a ellos también .

Miguel Moreno Narrillos 2º de Primaria

CUENTO DE CUANDO YO ERA UN DIBUJO

Todos los niños  y  niñas me coloreaban y me pintaban muy despacito.

Luego un niño me llevó a su casa y enseñó a sus padres cómo lo habían coloreado sus amigos y él.

Al siguiente día, me llevó otra vez a clase y otra niña me llevó a su casa. En su casa, la niña me coloreó mejor y se lo enseñó a su hermano y a sus padres.

Cuando me llevó a clase, los niños jugaron a profesores y  la profesora hizo una fotocopia de mí y volvieron a colorearme mientras jugaban a profesores, porque algunos eran los alumnos.

Yo me sentía muy bien y me gustaba ser un dibujo.

Vega Sánchez Palomo 3º de Infantil

CUENTO DE CUANDO YO ERA UNA CAJA DE PINTURAS

Un día un niño que se llamaba Julián, me cogió para llevarme al colegio para pintar en folios, periódicos, cartulinas…

Cuando se terminaron  las clases nos fuimos Julián, unos amigos suyos y yo a casa a pintar y a jugar.

Cuando estaban jugando me sentía un poco solo, aburrido, y llamé a la goma Francisca y al sacapuntas Alfredo. Cuando vinieron me sentí muy contenta al estar con mis amigos.

Y todos juntos terminamos jugando y pasando una buena tarde

Vanesa Hernández López 4º de Primaria

CUENTO DE CUANDO YO ERA UN PELUCHE

Hace muchos años un hombre me compró en un mercado y me puso de nombre Chelum porque tenía un perro que se llamaba así y se había muerto y le echaba mucho de menos.

Cuando me  cogió dijo: ¡ qué peluche más suave! le cuidaré mucho.

Cuando le oí me puse muy contento.

Rápidamente nos fuimos a casa, porque quería jugar conmigo.

Con mi dueño estaba feliz. Me acariciaba, me abrazaba, me ponía sobre su cama y yo era el peluche que más le gustaba.

Vanesa Hernández 4º Primaria

CUENTO DE CUANDO YO ERA UN ZAPATO VIEJO

Cuando yo era un zapato viejo, en el armario me aburría mucho. No tenía a nadie para jugar. Me pasaba como a cualquier objeto que se olvida con el paso de los años, cuando compran otros modernos y nuevos. Pero un día un  ratón me dijo que por qué no iba a proteger los pies de los niños que jugaban en la calle al pilla, pilla y chapoteaban en los charcos. Me lo pensé un poco, que con lo calentito  y bien que estaba en el armario, irme a mojar en los charcos y a enfriarme en la calle no me apetecía mucho. De repente me acordé de los niños que no tenían zapatos, ¡cuánto me gustaría calentar los pies de uno de esos niños!

De repente me metieron en una caja de cartón. ¡No sé dónde me iban a llevar!

Cuando quise ver estaba en los pies de uno de esos niños sin zapatos que se alegró mucho al  ver sus pies calentitos conmigo.

Gabriel Guerra López 4º de Primaria